El Grupo de Desarrollo Local ADAC ha estrenado Junta Directiva. Los 13 miembros que la conforman aúnan juventud y experiencia y han sido elegidos por su trayectoria y su compromiso con el mundo rural. Reflexionamos sobre los problemas y los retos que tienen hasta 2024 con Vicente Hita, presidente; Mª Luisa Alba, alcaldesa de Fuencemillán, y Dolores Bernardo, empresaria de Hita.
La mejora de las condiciones de vida en los 47 municipios de ADAC, el fomento de la actividad empresarial, el reparto de ayudas a proyectos que generen empleo y asienten población, la disminución de la brecha entre el mundo rural y urbano y la consecución de una sola velocidad en el desarrollo del territorio, son algunas de las líneas de trabajo de la nueva Junta Directiva de ADAC, cuyo objetivo clave será la lucha contra la despoblación.
“Queremos seguir liderando la lucha contra la despoblación porque además tenemos gente preparada, pero con las ayudas no es suficiente”, señala Vicente Hita, reelegido presidente. “No solo hay que hacer carreteras, sino cambiar la legislación. Hay que sentarse a hablar pero para remangarnos”.
“Es muy urgente tomar medidas, aunque es difícil”, admite Dolores Bernardo, vocal y propietaria del horno de dulces artesanos de Hita, que se reincorpora a la Junta Directiva con el fin de aportar su “conocimiento del mundo rural”. Cree que “los pueblos necesitan servicios básicos, pequeñas cosas como un cajero o estar mejor preparados para las urgencias médicas”.
“Los pueblos deben volverse atractivos. Si no, no vamos a ningún sitio. Hay que ampliar la visión y los presupuestos de los pueblos”, reflexiona Mª Luisa Alba, alcaldesa de Fuencemillán.
Alba será vocal en la nueva Junta Directiva, a la que se incorpora por primera vez con el objetivo de aportar “la visión de los pueblos pequeños”. No cree que a este problema se llegue tarde: “Se podrán hacer cosas, pero tampoco depende sólo de ADAC, sino también de cómo emplee el dinero cada ayuntamiento que recibe esas ayudas”.
“La comarca necesita gente joven”, zanja Dolores. “Que se asiente en los pueblos y se quiera quedar a vivir”. Es realista: “Los negocios atraen más a gente de fuera que a propia. Aunque es verdad que en Hita son lo único que la mantiene con vida”.
“Todos hubiéramos querido que esto se hubiera hecho hace 10 o 20 años”, dice Vicente Hita, “pero ahí están todavía las casas, nuestras comunicaciones… pues vamos a poblar el territorio. El Estado no va a poner una fábrica en un pueblo pero puede ayudar a que alguien piense que no le es más gravoso que hacerlo en la ciudad”.
Y hay que actuar de forma ecuánime en toda la comarca. Porque “la despoblación afecta por igual tanto a zonas cercanas como a zonas lejanas a la capital”, aunque “algunas necesitan medidas más radicales”, afirma.
Compensación territorial
El presidente de ADAC aboga, en este sentido, por la necesidad de un equilibrio territorial: “Nuestra idea es compensar también nuestro territorio. En nuestra comarca hay algunos pueblos boyantes y tienen que tener otro tipo de ayudas para mantener su población y su actividad. Pero hay que animar a que esa actividad se haga en los pueblos más pequeños”.
Esa compensación también tiene que venir del Estado, “por propia iniciativa”. Y pone un ejemplo clarificador: “No es normal que en la Comunidad de Madrid, con la misma superficie que Molina de Aragón y siendo territorios colindantes, vivan 7 millones de personas y en Molina, 6.000 o menos. No puede haber zonas cada vez más pobladas y otras, menos. Hay que despertar la conciencia de la gente”.
Lo suscribe Dolores: “Hay que convencerla de que aunque trabaje fuera puede vivir en los pueblos. Pero es que parece ser que ahora la vida tiene que ser ir al centro comercial. Dependemos mucho de la ciudad”.
“Nosotros, todo, un 90%”, dice tajante la alcaldesa de Fuencemillán, Mª Luisa Alba. “Mi pueblo no tiene nada, el médico viene dos veces a la semana y si se llena su lista en el pueblo anterior, ya no viene”.
“Una persona que vive en un pueblo donde no hay transporte pierde todo el día para ir al médico cuando es algo que la gente que vive en la ciudad hace en una hora. Ese día que pierde hay que compensárselo de alguna forma”, reflexiona Vicente Hita.
Y eso, a su juicio, “está relacionado con medidas legislativas, con primar de alguna manera vivir en los pueblos, cambiar normas laborales y fiscales, con un compromiso del Estado para que se adquieran productos que se fabriquen en zonas deprimidas… Por ese camino se tiene que ir. Europa la hacemos todos”, sentencia.
“Si no se apuesta por los pueblos, no se crece a la misma velocidad”, afirma Dolores.
Alba lo corrobora: “Se han de poner más medios para equilibrar esa desventaja. Hay infinidad de gente que trabaja desde casa, pero claro, cómo se va a trabajar en un pueblo donde no hay Internet. ¡La cantidad de gente que preferiría el medio rural! ¡Si son todo ventajas!”.
Concienciar del amor por los pueblos
Tan importante es poner los medios como “cambiar la conciencia de la gente, desde pequeñitos”, defiende Dolores. “Vivir en un pueblo no es peor que hacerlo en una ciudad… Sé que soy una soñadora, pero…”.
En su argumentario, sostiene que uno de los problemas que explica la despoblación es también la pérdida de “la vida tranquila”, pero “no sé cómo se puede revertir. Me gustaría que la gente quisiera a sus pueblos, que no los olvidemos. Parece que todo el mundo ha nacido en la ciudad y no es verdad. Parece que vivir en un pueblo es inferior y no es así. Luego da rabia ver que cuando a alguien le va mal, vuelve al pueblo”.
Y en este sentido, pide responsabilidad: “No entiendo a quien viene al pueblo un fin de semana o verano y exige que estén todos los servicios cuando no se ofrece nada a cambio”.
Ayudas y recursos
ADAC gestiona fondos europeos desde el año 2000. “La mayoría de las iniciativas empresariales que se desarrollan en los pueblos lo hacen con nuestra ayuda, lo que quiere decir que la mayoría, si no es por eso, no hubiera seguido adelante”, afirma Hita.
En el anterior periodo de programación Leader, se invirtieron más de 10 millones, de los que 4,3 millones procedían de las ayudas LEADER financiadas con el Programa de Desarrollo Rural de Castilla – La Mancha. En este periodo, advierte, «vamos a disponer de más fondos que en el período anterior, y los cambios nos permiten alcanzar porcentajes de ayuda muy importantes para iniciativas empresariales, entre el 40-45% a fondo perdido en muchos casos”.
Las ayudas de fondos europeos y regionales marcarán, de nuevo, esta nueva etapa, donde son parte importante los técnicos, un equipo que “se patea los pueblos, ayuda a diseñar los proyectos” y ver si son viables o “si existe algún nicho de empleo no descubierto y que quizás tenga éxito reconduciendo el negocio. Luego nos lo agradecen”.
A las ayudas europeas se sumará una nueva línea, en colaboración con la Diputación: “De ellos es la cuantía y el mérito, pero nosotros queremos gestionar y creo que lo hacemos bien. Me parece importante que se den cuenta de que estamos a pie de territorio”.
Hasta que lleguen los nuevos fondos europeos, en ADAC ya trabajan en el diseño de la futura estrategia: “Seguiremos con lo que venimos haciendo hasta ahora, y esta vez, incidiendo en la lucha contra la despoblación”.
Además, «durante 2020 publicaremos nuevas convocatorias de ayudas y la Junta de Comunidades ya ha comprometido una nueva asignación de 6 millones de euros más de nuevos fondos europeos, que asignará en los próximos meses a todos los Grupos de Acción Local en toda la región”.
Proyectos viables, diferenciados y que asienten población
En ADAC, “nunca han faltado ayudas para inversores ni proyectos”, añade Hita. “Y los fondos que gestionamos van subiendo año a año y al final, se consumen todos”.
Casi todos, señala, “suelen llegar a buen fin. No han faltado ideas que hace unos años hubieran sido imposibles. Nadie puede entender, por ejemplo, que hace diez años en la Alcarria hubiera dos fábricas de cerveza. Las hay y funcionan bastante bien. Habiendo ideas no faltará la ayuda de la administración”.
No todas las zonas demandan lo mismo. “En los pueblos pequeños pueden demandarse una pequeña cerrajería, una panadería, una casa rural o un taller y en los más desarrollados, iniciativas más productivas y diversas”, explica Hita.
A la hora de conceder ayudas, ADAC sigue una máxima: “diversificar la actividad productiva y asentar población y, si es posible, incrementarla. Primamos la ruralidad, las iniciativas desarrolladas en los municipios más pequeños, la creación de empleo, las iniciativas de mujeres y jóvenes”.
Aire limpio pero también sustento y servicios
Con sus ventajas e inconvenientes, el desarrollo de los pueblos marcará este nuevo período de ADAC, cuyo timón liderará un equipo de jóvenes y veteranos, con mayoría de mujeres.
A ellos corresponderá planificar el futuro de este grupo de desarrollo local, en el que todos confían en la potencialidad del medio rural: “veo todos los beneficios del mundo, tranquilidad, cordialidad entre la gente, humanidad, limpieza…”, cita la alcaldesa de Fuencemillán.
“Si eso lo sabemos todos”, añade más pragmático Hita, pero, “al final, eso dura lo que dura. Uno puede ser muy amante de su tierra, pero además de la tranquilidad tiene que haber un sustento y unos servicios sólidos para que la gente se quede en los pueblos. Invertir en zonas cercanas a Guadalajara es fácil, pero las otras zonas, además de unas ayudas, necesitan el apoyo institucional y la promesa de desarrollo”.
El futuro podría pasar, en su opinión, por establecer cabezas de población dentro de la ruralidad. En cualquier caso, concluye: “Está bien querer ser todos cabeza de ratón pero alguien tendrá que ser cola de león y seguir viviendo en el mundo rural, que no tiene por qué envidiar nada, en muchos aspectos, a la urbe”.