El papel de la Diputación provincial de Guadalajara es esencial para los municipios de la provincia, en especial los más pequeños y con menos recursos. Su apoyo tanto financiero como técnico hace posible el mantenimiento de la gran mayoría de ellos. El actual equipo de Gobierno de la institución provincial, encabezado por su presidente, José Luis Vega, ha mostrado su compromiso con el desarrollo rural y viene trabajando de la mano de ayuntamientos y demás colectivos, incluidos los Grupos de Acción Local para hacerlo realidad.
En su toma de posesión ya apuntó como una de sus prioridades el apoyo al mundo rural. ¿Cómo se está materializando?
Uno de los primeros objetivos cuando tomé posesión como presidente y que trasladé a mi equipo de Gobierno es trabajar por el medio rural, por los pueblos más pequeños de la provincia. Guadalajara tiene un número importante de municipios, pedanías y EATIM que al final son pequeños grupos de población que están extendidos por toda la provincia. Todo ello diferenciando dos partes en la provincia: por una parte, el Corredor del Henares y por otra, el resto, donde el 90% lo conforman pueblos de menos de mil habitantes.
En este sentido empezamos a trabajar y hemos sacado líneas como el Fondo de Cooperación, directamente para los ayuntamientos, y que supone que todos los años van a tener un dinero para realizar pequeñas inversiones en aquellos municipios de menos de mil habitantes. Con este Fondo los pueblos van a poder realizar su propia gestión, ya que pensamos que qué mejor que su alcalde o su corporación para decidir dónde hacer la inversión.
Por otra parte, empezamos a trabajar con los Grupos de Acción Local. Creo que son una parte importante en el medio rural porque se ubican cerca de los municipios, con un conocimiento más exacto y creo que con ellos es muy fácil llegar a ayuntamientos, empresarios u otros colectivos. De ahí que hemos apostado por firmar unos acuerdos para que sean entidades colaboradoras de la Diputación provincial y a partir de ahí que empiecen a trabajar con nosotros en las líneas que vamos a sacar.
¿Se trata de la primera experiencia de trabajo con los GAL como entidades colaboradoras?
Sí, nunca se había pensado en esta fórmula. Y lo que queremos es empezar a trabajar con ellos porque son los que están pisando el terreno, los que conocen a los empresarios y muchas veces saben de primera mano las necesidades del territorio.
A través de las oficinas de los GAL es más sencillo y cercano la gestión de las ayudas. Esa cercanía es esencial para pueblos, por ejemplo, de la comarca de Molina, que necesitarían venir hasta la capital para cualquier gestión. De este modo lo pueden realizar allí y con asesoramiento de la mano de los técnicos para presentar correctamente la solicitud.
¿Qué convocatorias de ayudas se van a sacar y van a ser gestionadas por los GAL?
Va a haber una primera línea dirigida al sector primario, la agricultura y ganadería, e irá destinada a mejorar sus infraestructuras. Por un lado, con subvenciones a las asociaciones de agricultores y ganaderos y, por otro, con línea de subvenciones a ayuntamientos. De este modo fortalecemos un sector importante de la provincia porque creemos que es uno de los sectores olvidados y creía necesario llegar a él para fijar población en los pueblos.
Además, saldrá una segunda línea dirigida a apoyar las pequeñas inversiones de las empresas del mundo rural, bien sean comercio, hostelería u otros profesionales.
En ambos casos son ayudas a fondo perdido que se entregará en función de la justificación de la inversión y tendrán un máximo de importe de 2.500 euros.
¿Estas líneas de ayudas vienen a complementar otras ayudas como las LEADER? ¿Qué tipo de inversiones cubren?
Así es, los fondos LEADER cubren grandes inversiones y las condiciones en muchos casos son difíciles de cumplir y estas líneas tratan de complementar esos fondos europeos. En este caso se busca que puedan cubrir necesidades que tienen, no de grandes cuantías, como pueden ser la compra de una cafetera para un bar.
Mantener un comercio o un bar en un pueblo es complicado, ya que la mayor actividad se concentra en los meses estivales, cuando hay más gente. Pero ese servicio se mantiene todo el año. Y tener un bar o una pequeña tienda es muy importante para mantener la vida en un municipio. Y cuando estos pequeños empresarios tienen que hacer una inversión les supone un mundo. De ahí que la Diputación quiere facilitarlo con estas ayudas.
¿Estas líneas de ayudas cubren las inversiones que pudieran necesitar realizar ahora para adaptarse a la crisis de la covid-19?
Sí, aunque esta línea de ayudas se pensó antes de la crisis sanitaria. Pero si un comercio necesita poner unas mamparas o necesita cualquier equipo de protección lo puede hacer acogiéndose a esta línea.
¿Tienen previstas otras ayudas o planes para impulsar el desarrollo en el mundo rural?
Sí, tenemos unas líneas básicas y se seguirá con el Fondo de Cooperación y estamos trabajando con entidades bancarias para atajar la brecha financiera.
El mundo rural se queja de falta de apoyo y en esta pandemia se ha hecho más indispensable que nunca, pero también se han visibilizado más sus carencias. ¿Cree que las administraciones tienen más conciencia de la necesidad de apoyarlo para que no desaparezca?
El ciudadano sí tiene una conciencia de que hay que mantener el mundo rural, y en las administraciones, de dos años para acá, se está empezando a hablar y actuar para frenar la despoblación. Pero esto conlleva muchos parámetros y facetas. En primer lugar, lo que quieren los municipios, y la Diputación de Guadalajara es sensible a ello, es que tengan ciertos servicios garantizados empezado por los servicios básicos como son la sanidad, educación o el transporte; pero luego hay otras brechas como la digital y también la financiera. Hay gente que para cualquier gestión bancaria tiene que desplazarse dos horas. Actualmente estamos trabajando con la Junta para romper ambas brechas y, por supuesto, mantener los servicios básicos.
Para todo ello es fundamental la financiación. No es lo mismo financiar el alumbrado para una calle de Madrid, donde pueden vivir mil personas y hay 10 farolas, que en un pueblo de Guadalajara con 100 habitantes donde hay 200 farolas. De la misma manera, el sostener la educación y sanidad en estas zonas es mucho más costoso que en otras. Y de lo que sí tiene que empezar a concienciarse la administración central y también Europa es que mantener el mundo rural necesita más financiación. Se hacen encajes de bolillos para mantener alumbrado público o el suministro de agua en muchos pueblos.
Y todo pasa por la discriminación positiva de estas zonas. Desde en materia de legislación hasta en materia tributaria. Ya tenemos comunidades autónomas con fiscalidad diferente como son las islas. ¿Por qué no una fiscalidad diferente para zonas despobladas?
¿Cree que la situación de crisis sanitaria ha puesto en valor las ventajas del mundo rural y puede ser una oportunidad para fijar población?
Puede ser una oportunidad, aunque esa oportunidad ya existía antes de la pandemia. Lo único que esto lo ha impulsado y ahora mismo muchos pueblos han visto duplicar, incluso triplicado, la población. Hay gente que se ha ido a teletrabajar y están viendo la calidad de vida de sus pueblos, donde se vive bien. Y muchos de ellos optarán por quedarse.