Que la provincia de Guadalajara es rica y diversa en paisajes, naturaleza, biodiversidad y patrimonio lo tienen claro sus habitantes, los muchos madrileños que la utilizan como vía de escape cercana y otros muchos visitantes desde otros puntos del país que la tienen especial cariño.
Muchos de sus rincones son conocidos y visitados por numerosos turistas cada año. Pero lo mejor de todo es que nuestra Guadalajara guarda espacios desconocidos hasta para una buena parte de los propios vecinos de la provincia. Ese es el caso del Valle del Río Ungría, un cerrado barranco en medio del característico páramo alcarreño de la comarca de La Alcarria y sobre el que vamos a dar luz en este reportaje.
Además de su indudable belleza, cuenta con una biodiversidad, flora y fauna, así como valores naturales y culturales, genuinos. Ocupa un total de 12.494 hectáreas de los términos municipales de Lupiana, Atanzón, Centenera, Valdeavellano, Caspueñas, Valdegrudas, Trijueque y Brihuega, incluyendo los cascos urbanos de Fuentes de la Alcarria, Valdesaz, Caspueñas, Valdeavellano y Atanzón.
“Es como un pequeño oasis en la dura Alcarria”, explica Antonio Alonso, alcalde de Caspueñas, municipio que se encuentra ubicado en pleno valle. “De hecho, hay muchas veces que esperas a amigos que vienen desde Torija y se dan la vuelta y te llaman porque no encuentran tu pueblo, ya que siempre hablamos de lo verde que es y del paisaje tan agradable que tiene, y eso lo encuentras cuando ya llegas al valle profundo pasado un erial en la Alcarria”.
Valle del río Ungría, cerca de Madrid
Alonso afirma que “resulta una sorpresa encontrar a 80 kilómetros de Madrid un valle que da la impresión que has llegado al norte de la península”.
Su entorno natural es, sin duda, lo que más destaca y se encuentra íntimamente ligado al cercano valle del Tajuña. “Llama la atención lo abrupto del barranco y los manantiales. Se calcula que en esta zona había más de 20 fuentes conocidas”, apunta Alonso. De hecho, este primer edil no recuerda seco el río Ungría, que pasa por el mismo municipio, ni en los peores años de sequía.
El río Ungría, tiene una longitud total de 39,7 kilómetros. Nace a escasa distancia de la zona norte de Fuentes de la Alcarria y muere al verter sus aguas al Tajuña.
Fruto de esta riqueza hídrica, todavía, a día de hoy, el pueblo de Caspueñas se abastece de sus propios manantiales, apunta su alcalde.
Molinos medievales en Guadalajara
Además del valor natural, el valle del río Ungría tiene un elemento tradicional y patrimonial singular: sus molinos medievales. En concreto, a lo largo de su cauce, este río fue capaz de mover las muelas de nueve molinos harineros que se construyeron a sus orillas.
Ninguno de los municipios de la zona careció de uno, y se da el caso de alguno como Caspueñas que contó hasta con tres.
Esta abundancia de molinos se debió al monocultivo cerealista en esta zona y, por ende, a la necesidad de moler el grano. Su origen se remonta a la Edad Media, momento en el que se fundan muchas de estas villas alcarreñas, y se consolida en los siglos posteriores con la llegada de la industria harinera.
Su función cambió posteriormente y algunos acabaron funcionando como piscifactoría, como el caso de Caspueñas, debido a la pureza y calidad de sus aguas.
Actualmente, los que todavía se mantienen son de propiedad particular y se han reconvertido en viviendas.
Antiguas cabañas de Atanzón
Otra singularidad, que en parte se ubica dentro de este valle, son las antiguas cabañas que podemos encontrar en Atanzón, donde hay más de un centenar, tal y como ha documentado Vicente Hita, presidente de ADAC, quien trabaja en una publicación sobre las mismas.
Según explica Hita, la funcionalidad de estas cabañas era variada. Una de ellas era resguardar a los pastores y su ganado (mulas, ovejas, etcétera) cuando salían a pastar, otras las utilizaban los agricultores que salían a labrar, ya que en el día no les daba tiempo, debido a la gran extensión del municipio de Atanzón, a regresar al pueblo.
De este modo, se juntaban varios en una cabaña y se acompañaban cuando hacían noche. Otra funcionalidad era vigilar viñas para evitar que robasen las uvas.
Cerca de un centenar se mantienen medio conservadas hoy en día, todas ellas de propiedad particular, si bien parte del afán de Hita es lograr algún tipo de protección para evitar que “esta parte tan peculiar de nuestra historia no se pierda”, señala Hita.
Proyecto de declaración de paisaje protegido
Este valor, diversidad y singularidad son las razones por las que desde la Asociación para el Desarrollo de la Alcarria y la Campiña (ADAC) y la Federación de Asociaciones para el Desarrollo Territorial del Tajo- Tajuña (FADETA) han impulsado un proyecto para lograr su protección por parte del Gobierno regional y ser declarado el primer paisaje protegido de la provincia de Guadalajara.
“El objetivo es protegerlo a futuro. Si tiene las características que tiene es porque lo hemos heredado. La civilización actual no tiene la capacidad de regenerar un valle y esto es la suma de muchos años de respetarlo”, señala Alonso, uno de los alcaldes más defensores de este proyecto de protección.
En su opinión, el único futuro que tiene esta zona “es aprovechar la cercanía a Madrid o a ciudades importantes y el paisaje. Eso son dos cosas que nos pueden hacer subsistir. La distancia no la pueden quitar, pero si pueden destrozar el paisaje y eso sí que haría mucho daño al pueblo”, afirma, y considera que esta declaración, “como todos sabemos en el fondo, es la solución al futuro de nuestros pueblos”.
La opinión la comparte Carlos Cabras, el alcalde de Atanzón, otro municipio del valle. “Es quizá el gran desconocido y queremos seguir manteniendo el valle tal y como está y darlo a conocer, no como otro tipo de instalación ni recurso turístico”.
Para ello, añade, “tenemos que poner en marcha ese proyecto de paisaje protegido, que iniciamos hace años y ahora parece que puede resolverse en breve. Creemos que es la única manera de dar a conocer nuestros pueblos y nuestro entorno a través de esta medida de proteger el valle por encima de todo”, explica. Cabras considera esencial esa protección para aprovechar el potencial turístico de la zona y a su vez evitar su deterioro, y se muestra convencido que además le dará una promoción vital para impulsar los visitantes y turistas en la zona.
“El valle en el futuro puede ser esa vía de comunicación a través de rutas o paseos entre los pueblos limítrofes, así como de los molinos existentes en esta zona, que pueden ser objeto de visita”, añade.
En la siguiente pestaña puedes escuchar a Fernando Santander en el espacio El Rincón Verde de SER Guadalajara en una edición dedicada al Valle del Río Ungría:
https://play.cadenaser.com/audio/1510908059_483508/?leer=on